Entre los veintitantos...
20 años
Es una edad confusa. Legalmente no puedes beber alcohol en
todo el mundo, pero ninguna corte se opone a que andes con un señor de 40 años.
21 años
Ya puedes ir a Las Vegas y apostar pero conforme va pasando
el año te das cuenta que no es tan divertido como esperabas que fuera. Además
de eso, no mucho cambia. Sigues en la escuela, y el mundo te ve de la misma
manera.
22 años
Es la edad del purgatorio. Estás atrapado entre la vida de
adulto y la de joven. Sigues apareciéndote en las mismas fiestas y tratas de
vivir la vida loca pero ya no es tan divertido como antes. Sin embargo,
quedarte en tu casa tampoco lo es. (Tienes 22 no 42).
23 años
Está por acabar la carrera. El mundo te sonríe. Te crees
adulto pero con privilegios (pues sigues viviendo con tus papás). Eres feliz y
un poco iluso. No sabes lo que te espera…
24 años
Apenas empiezas a conocer el mundo real y te conviertes en
el eslabón más bajo en el mundo laboral. Tienes mucho que probarle al mundo, y
si no lo haces bien la siguiente generación acaba contigo. ¿Sientes la presión?
25 años
Dejas el mundo de “los primeros veinte”. Te sientes más
cerca de los treinta que nunca (y tienes razón, lo estás). Empiezas a pensar que
no has hecho nada con tu vida. No sabes ni a dónde quieres llegar.
26 años
Un día despiertas y te das cuenta que te vas a morir. Este
sentimiento sucede en los primeros días de los veintiséis. Resulta que no eres
inmortal como lo pensabas, y los treinta se acercan cada vez más. Estás
haciendo planes para salirte de tu casa o casarte porque toda la gente de tu
edad está haciendo lo mismo. No te quieres quedar atrás.
27 años
Ya superaste tu trauma a la muerte… o por lo menos lo
intentas. Los treinta están más cerca pero tampoco te molesta mucho. Estás en
un buen momento de tu vida. Tienes nueva casa, tu trabajo te gusta (esperemos).
En pocas palabras, te sientes invencible (pero estás equivocado).
28 años
El mundo cambió demasiado pronto y demasiado rápido. Te
emocionan menos todos los cambios porque te diste cuenta que vienen con
responsabilidades. Te das cuerna que te sigues sintiendo joven y que nadie a tu
alrededor actúa como tú esperabas que actuara una persona de 28 años, así que
decides que está bien no ser tan “adulto”.
29 años
Tu sabiduría de los 28 la perdiste a los 29. Ya te hiciste a
la idea de que el próximo año serás parte de los treintenos. Y aunque ya no te
sientes parte de la gente de veinte, te aferras a que tu edad todavía empieza
con 2.
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